IMÁGENES CRUDAS QUE DEMUESTRAN QUE NECESITAMOS AYUDAR AL MUNDO
A veces quisiera no pertenecer a esta especie que lo ha destruido todo, y que no conforme con cazar y encerrar a cada especie que su ojo ha visto alguna vez, también tiene un desagradable gusto por matarse entre sí. Quizás aprendimos demasiado pronto a dominar al resto de los animales, y sin que el mundo nos forzara a unirnos para mantenernos con vida, encontramos diferencias que nos den razones para matar al otro. ¿Han muerto nuestros instintos? Durante miles de años perfeccionamos el arte de la guerra, y con ello, las maldiciones que tal fantasma trae consigo: hambre, miseria, tragedia, muerte, destrucción. Soledad. Tal fantasma sigue volando entre nuestros bosques y desiertos, al pendiente de una naturaleza humana que vive y respira odio, y que tiene un cerebro demasiado pequeño que reacciona antes de pensar.
Me avergüenzo.
De los errores humanos que provocan cientos de miles de muerte, y de los cadáveres que no se lloran.
Del horror humano que provoca que un niño, aterrorizado, confunda una cámara con un arma.
De las huellas de sangre y dolor en un cuarto que escuchó los alaridos y la desesperación de miles antes de morir.
Por los trágicos sucesos del pasado que jamás fueron esclarecidos pero miles de almas fueron humilladas.
De las lecciones no aprendidas.
Que un rasgo de humanidad sea un privilegio y no un derecho.
De los paraísos corrompidos.
Me entristece.
Que lejos de mí aún la gente muera por ignorancia.
Y por fanatismo.
Que la pobreza provoque cientos de muertos apilados en las calles del mundo.
Pensar en números, en cuentas bancarias y en presupuestos para cerrar puertas, fronteras y esperanzas.
No ver las huellas del pasado.
Fotografía de 1945 que muestra la sombra de una víctima de la explosión nuclear de Hiroshima en unos escalones.
Los niños que lloran cuando sus padres son acorralados y sienten la violencia de la que tanto han huido.
La mirada incierta de una niña que ha perdido la infancia.
De la muerte de miles de animales por nuestra insensatez.
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Me enfurece.
Que el hambre aún sea un tema mientras miles de toneladas de comida son desperdiciadas.
El camino de un padre con sus hijos en una ciudad destruida, y las preguntas de los niños que entienden la guerra muy pronto.
Que la pobreza se combine con el desastre para resultar en una tragedia.
La tranquilidad con que algún día se entendió el odio, la intolerancia y la discriminación.
Nuestro salvajismo indiscriminado.
Que hoy, todo lo que viva o muera dependa de nosotros.
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Me complace, me asusta y me alivia.
Que nuestro futuro no esté garantizado.
FUENTE y FOTOS: CULTURACONLECTIVA